Hola, me voy a presentar. Seguro que ya sabes quién soy, porque
cada día me coges entre tus dedos para escribir. Bien a mí, o bien a mis primos
los rotuladores o incluso a mi abuela, pobrecita, siempre tan señora, la pluma estilográfica.
Soy el bolígrafo, aunque puedes llamarme “boli”, algunos pensaran
que es una forma muy vulgar pero a mí siempre me ha gustado, lo encuentro, no
sé, mas cariñoso. Tengo otros nombres, que os iré contando. Antiguamente
me llamaban esferógrafo, pero ya no queda nadie que me llame así. ¿A que
no lo sabías? Y fíjate si hace años que convivimos tú y yo.
Nací en el año
1938, gracias al ingenio de los hermanos Biro, Ladislao y Georg. Habían dejado
su Hungría natal, para buscar nuevos horizontes en la lejana América,
concretamente en Argentina. Por eso, si le preguntáis a cualquier argentino por mi
os dirá:
-Che, ¿donde crees que se invento el biroñe? ( ya os he dicho que tengo varios nombres).
Te voy a explicar cómo funciono. Algunos dicen que soy un objeto muy simple (que mala
es la envidia) , pero tengo mis cosillas. Básicamente, mi estructura está compuesta por un tubo metálico o de plástico
lleno de tinta y tengo en uno de los extremos,
la punta de escritura que engarza con una pequeña bola o esfera (de aquí
lo de esferógrafo), generalmente de wolframio o de acero y que sirve para
regular la salida al papel de tinta de una forma fluida y constante.
Estas son
mis intimidades, las cuales tapo pudorosamente con un traje, que puede ser de
varios materiales y colores siempre según las modas del momento. A veces llevo
un sombrero al que llaman capuchón y otras veces me subo el cuello de mi traje
para no manchar a nadie y poder mantener limpia la bolita de la punta de
escritura.
En 1951 fui adoptado por un francés, Marcel de Bich, el cual me
dio mi primer apellido famoso. Le quitaron la h final por razones de marketing,
según me contaron. Después he tenido otros apellidos no menos celebres.
Posteriormente vino la producción masiva y me convertí en el
instrumento de escritura universal. He sido usado por científicos, periodistas,
estudiantes, artistas….en fin, por la
humanidad entera. Ahora, otros medios me han quitado protagonismo y no soy tan
popular pero sigo estando en todas las casas, en todas las mochilas y en todas
las oficinas. La máquina de escribir y la impresora han intentado mandarme al
baúl de los trastos viejos, sin éxito, claro. Sigo siendo utilizado por casi
todos y sigue siendo un orgullo poderte servir cada vez que me necesitas.