miércoles, 13 de febrero de 2019

Goma

¡¡ Muy buenas!!

Borrador fue mi primer nombre de pila.
Aunque el trabajo que me asignaron era el de eliminar los signos o marcas de grafito sobre el papel.
Pasé por varias fases: nací de miga de pan, que me utilizaban como elemento para eliminar los trazos sobre el papel.
Posteriormente en el año 1770 Joseph Priestley descubrió por casualidad, mi nueva cualidad, la de frotar una pequeña masa de caucho sobre el papel que se había pintado antes con lápiz, la marca desaparecía al instante.
Pero yo tenía un problema, que al ser de caucho a los pocos días me pudría y empezaba a oler realmente mal, ese inconveniente me lo solucionó Charles Goodyear, por el año 1844 me hizo un proceso de vulcanización.

Ya como goma, ejerzo mi función con los efectos que detallo, los trozos de goma que se desprenden al frotar el papel se enrollan por el movimiento repetido y que arrastran en el interior de las virutillas las partículas de grafito escrito o dibujado en el papel.
Las primeras que nos comercializamos éramos pequeños bloques de caucho natural, pero como ya os he explicado, nos pudríamos y olíamos muy mal, hasta que se inventó la vulcanización.
Tengo muchas compañeras con distintas variedades: las de caucho, de plástico, abrasivas o suaves, según para que nos vayan a utilizar.

En el año 1858, Hymen Lipman me pegó en un extremo del lápiz y de esta forma aparecí como lápiz-goma.

En 1918 y en España empezaron a fabricarnos con caucho sintético y nos conocían con el nombre de “gomas de miga de pan”. Fuimos un éxito y nos hicimos muy populares. 40 años después en la península ibérica fabricaron a mi compañera con resina de plástico a la que llamaron “Nata”
Actualmente estamos las gomas para borrar trazos de lápiz, las que eliminamos las marcas de los bolígrafos borrables, las que nos utilizan para tinta, en 1960 la familia aumento con las que borraban la escritura de la máquina de escribir, éramos utilizadas en escuelas y oficinas.

Durante los años 1950 empezaron a enviarnos a latino américa y fue el inicio de la exportación de la “goma”.
Nos fueron mejorando y en los años 1980 nació otra prima de plástico extra suave, que borra sin dejar virutas.

Yo, la “goma", he disfrutado mucho recordando mi historia durante todos los años de mi existencia.


Saludos de vuestra amiga.

lunes, 10 de diciembre de 2018

El lápiz

¡HOLA! , ya me conoces porque me has utilizado desde que eras muy joven, siempre he estado a tu lado formando parte de tu vida, me coges entre tus dedos, soy uno de los objetos más utilizados para la escritura borrable.

Ha llegado el momento que nos presenten, existo desde 1.665, aunque hay indicios que fue en 1.564 cuando me descubrieron como grafito en Cumberland (Inglaterra).

Cuando nací me utilizaron para marcar ovejas, desde ese instante se considera que soy lápiz de grafito y mi vestido era de piel, fui tan popular que me llevaron a Francia durante la corte de Luis XIII.
En el año 1.792 el ingeniero francés Jacques Nicola Conté ideó mezclar mi cuerpo de grafito con arcilla para que según la proporción, mi escritura tuviera más o menos dureza (HB, H, B y F), también me vistieron con una funda de madera de cedro, pronto estuvimos presentes en todo el mundo.

Como lápiz de grafito puedo escribir durante 56 kms. de longitud.

En 1.858 me pegaron en un extremo el borrador que podía eliminar lo que había escrito. Me utilizan personas de todas las edades y condiciones, es decir por prácticamente toda la humanidad.

Anterior al grafito se escribía con una varilla de plomo y plata, con la que en lugar de escribir se grababa.
Otros medios como la máquina de escribir y el ordenador (teclado e impresora)  han intentado quitarme protagonismo, sacarme del servicio y enviarme al rincón de los trastos pero sin conseguirlo y aún sobrevivo.

Como lápiz soy imprescindible y necesario porque estoy en las escuelas, hogares y oficinas.

Actualmente en Brasil, que es el primer productor de lápices con más de 5.000 millones de unidades anuales y a nivel mundial supera la fabricación de 20.000 millones de piezas.

Posteriormente vinieron mis parientes, primos, sobrinos… como la pluma, la estilográfica y el rotulador.

Es un orgullo seguir siendo útil siempre que me necesitéis.

Vuestro amigo El lápiz

miércoles, 8 de enero de 2014

Bolígrafo

Hola, me voy a presentar. Seguro que ya sabes quién soy, porque cada día me coges entre tus dedos para escribir. Bien a mí, o bien a mis primos los rotuladores o incluso a mi abuela, pobrecita, siempre tan señora, la pluma estilográfica.

Soy el bolígrafo, aunque puedes llamarme “boli”, algunos pensaran que es una forma muy vulgar pero a mí siempre me ha gustado, lo encuentro, no sé, mas cariñoso. Tengo otros nombres, que os iré contando.  Antiguamente   me llamaban esferógrafo, pero ya no queda nadie que me llame así. ¿A que no lo sabías? Y fíjate si hace años que convivimos tú y yo.

Nací en el año 1938, gracias al ingenio de los hermanos Biro, Ladislao y Georg. Habían dejado su Hungría natal, para buscar nuevos horizontes en la lejana América, concretamente en Argentina.  Por eso,  si le preguntáis a cualquier argentino por mi os dirá:
-Che, ¿donde crees que se invento el biroñe?  ( ya os he dicho que tengo varios nombres).

Te voy a explicar cómo funciono. Algunos dicen que soy un objeto muy simple (que mala es la envidia) , pero tengo mis cosillas. Básicamente,  mi estructura está compuesta por un tubo metálico o de plástico lleno de tinta y tengo en uno de los extremos,  la punta de escritura que engarza con una pequeña bola o esfera (de aquí lo de esferógrafo), generalmente de wolframio o de acero y que sirve para regular la salida al papel de tinta de una forma fluida y constante.

Estas son mis intimidades, las cuales tapo pudorosamente con un traje, que puede ser de varios materiales y colores siempre según las modas del momento. A veces llevo un sombrero al que llaman capuchón y otras veces me subo el cuello de mi traje para no manchar a nadie y poder mantener limpia la bolita de la punta de escritura.

En 1951 fui adoptado por un francés, Marcel de Bich, el cual me dio mi primer apellido famoso. Le quitaron la h final por razones de marketing, según me contaron. Después he tenido otros apellidos no menos celebres.


Posteriormente vino la producción masiva y me convertí en el instrumento de escritura universal. He sido usado por científicos, periodistas, estudiantes, artistas….en fin,  por la humanidad entera. Ahora, otros medios me han quitado protagonismo y no soy tan popular pero sigo estando en todas las casas, en todas las mochilas y en todas las oficinas. La máquina de escribir y la impresora han intentado mandarme al baúl de los trastos viejos, sin éxito, claro. Sigo siendo utilizado por casi todos y sigue siendo un orgullo poderte servir cada vez que me necesitas.